El Yoga moderno y sus principios ideológicos como resultado de la colonización británica.
- Javier
- 19 jul 2023
- 4 Min. de lectura
La religión judeocristiana ha teñido la perspectiva espiritual en que se basa el Yoga desde ángulos insospechados para gran parte de profesores y practicantes en la actualidad.
Desde el primer contacto entre Oriente y Occidente hubo elementos esotéricos incomprensibles para la cultura europea que llevó a los primeros colonos británicos a describirlos como aberrantes y contrarios a la espiritualidad.
“El aspecto de pordioseros de estos yoguis y sus prácticas de mortificación suelen resultar repugnantes, situación solo exacerbada por su inmoralidad y hábitos decididamente sucios.”
M. Monier-Williams, profesor de sánscrito en la Universidad de Oxford, 1891.

Partamos por el principio. Vasco de Gama fue el primer europeo en llegar vía marítima a Calicut en el actual estado de Kerala hacia la costa sur del subcontinente indio en 1498, con lo cual estableció la ruta del cabo mediante la que se fundaron las primeras colonias europeas destinadas a controlar el comercio con los países occidentales.

A partir de entonces, bajo el amparo de la Reina Isabel de Inglaterra, los principales monopolios europeos se plantearon el objetivo de reformar la sociedad india a través de la implementación de diferentes tácticas económicas y militares de una manera similar a como ocurrió en la conquista de América a finales del s. XV.
Durante este periodo, que terminó recién en 1940 con la independencia definitiva de India, Pakistán y Bangladesh, los intelectuales burgueses que se asentaron bajo el dominio de la corona apuntaron a las esferas más altas de la sociedad india para intentar establecer un modelo religioso afín con sus creencias judeocristianas, relegando a una categoría inferior el concepto de yogui-asceta.
"Los faquires, bajo pretexto de piedad religiosa, son vagabundos y la peste de la nación en la que viven. El talante agresivo con que ejercen la mendicidad los ha hecho temibles para los ciudadanos y no tiene el gobierno suficiente poder para corregir sus insolencias."
Diarios de viaje de John Fryer, 1698.

Con el propósito de “eliminar la mediocridad de esta nación en decadencia” los tratados vinculados con la casta brahmánica y pertenecientes al corpus védico así como los Upaniṣad, Bhagavadgītā y Yogasūtra tomaron un rol protagónico a la hora de presentar la cultura india ante Occidente porque resaltan valores éticos y morales más parecidos a los que son propios de la religión judeocristiana.

En cambio, los tratados clásicos de Haṭha Yoga y diversos Tantras propios de los renunciantes más radicales fueron despreciados debido a su carácter transgresor, disruptivo y contrario al canon védico.
Las evidencias textuales dejan ver el terrible carácter que atribuyeron estos colonos occidentales a yoguis, sādhus y renunciantes a través de sus cartas y diarios de viaje.
Un ejemplo más es el de François Bernier, un Francés nacido en 1620 que recorrió Medio Oriente, África e India desempeñándose como médico, explorador y antropólogo. En sus cartas, que sientan las bases de la perspectiva occidental sobre la espiritualidad india a partir de ese periodo, plantea lo siguiente:
"No puede concebirse furia de las regiones infernales más horrible que los yoguis, con la piel negra, el cabello largo, los brazos como husos, las uñas largas y enroscadas, e inmóviles con los brazos levantados por encima de la cabeza. Algunos cargan con pesadas cadenas, como las que suelen verse en los elefantes, mientras que otros pasan horas en posición cabeza abajo, o en otras posturas que son tan difíciles y penosas que no podrían imitarlas nuestros acróbatas. Estos personajes son en realidad seres vegetativos más que racionales seducidos por una vida de perezoso vagabundeo por pura vanidad."

Además de la perspectiva occidental de entonces, múltiples maestros nativos de India ejercieron su poder e influencias para deslegitimar el status espiritual no solo de las prácticas ascéticas que han sido referidas, sino también de técnicas específicas que reñían con su enfoque de la moralidad.
Las evidencias al respecto se sostienen en el hecho de que las primeras traducciones de los tratados de Haṭha Yoga dirigidos a angloparlantes omitieron deliberadamente dichos procedimientos en un intento de proscribirlos. Este es el caso de Vajrolī Mudrā, una técnica tántrica que consiste en la reabsorción de los fluidos sexuales masculinos y femeninos a través de la uretra durante la unión sexual.
Un ejemplo de ello es la traducción del Śiva Saṃhita de Rai Bahadur Risa Chandra Vasu de 1914, en que Vajrolī Mudrā es descartado por considerarse -en palabras de su autor- de “una práctica obscena a la que se entregan los tantristas de ínfima categoría”.
Así, se extendió desde temprano en el desarrollo del Yoga Moderno un enfoque particular que intentó desvincular la metafísica original del Haṭha Yoga y del Tantra de su práctica, para asociarla con componentes ideológicos y filosóficos propios de la casta brahmánica.
“Si bien una o dos lecciones de los Haṭha Yoguis son muy útiles, el principal objetivo y resultado del Haṭha Yoga es una meta inferior para el aspirante que busca la realización espiritual."
Swami Vivekananda, 1896.

Otro ejemplo claro de este proceso, que continúa vigente en la actualidad, es el de la asociación equívoca entre el concepto de Rājā Yoga y los postulados de Patañjali en los Yogasūtra.
Para ahondar más en este aspecto puedes leer nuestro post “Rājā Yoga: ¿Por qué no es el Yoga de Patañjali?” en que ponemos de manifiesto los verdaderos orígenes de este concepto dentro de círculos tántricos no afines con el canon védico.
Es indudable que el Yoga Moderno, como fruto de la interacción entre diferentes culturas, se ha visto obligado a dejar de lado principios ideológicos y técnicas prácticas que a ojos de occidente puedan parecer tanto aborrecibles como fascinantes.

Tenemos la convicción de que es nuestro deber como practicantes y profesores del siglo XXI abrir paso a una comprensión profunda del proceso que trae el Yoga a nosotros en la actualidad, para transmitir y llevar a cabo su práctica y enseñanza de manera coherente con un grado de criterio que se fundamente en el conocimiento y no en la ignorancia.
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Namaskār,
Javier.
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